El Juego Perfecto
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¿Existe el Juego Perfecto?
El juego perfecto es el deseo que todos tenemos al cabo de unos años como jugador, ya sea más o menos casual. Las frase más repetida es “Yo si pudiera haría un juego con…”. Pero no es la única. Suele venir precedida de muchos “¿Por qué no arreglan algo tan fácil?” “Si esto lo he visto mejor hecho en otro juego” “A este juego le falta que…”
Nadie se salva de tener una "protoidea" en un cajón de su mente, esperando ser comentada ante el desarrollador o diseñador desprevenido. Esto nunca o casi nunca llega a suceder. Y menos mal.
Y es que, desde el lado del cliente se tiende a convertir los gustos personales en normas generales. Este es el primer error, pero no el único.
Todo en una bolsa y que no pese
Cuando se inicia la fase de ideas de un videojuego y se empieza a anotar, es más fácil que se gaste el espacio o el rotulador de la pizarra que las ideas.
Multijugador local y a distancia, chat de voz, múltiples finales, múltiples idiomas, easter eggs, personalizar la ropa, el género, la cara, que se pueda interactuar con todos los objetos, con todos los personajes, que se pueda editar el mapa, configurar del UI al gusto, adaptación a cualquier plataforma y dispositivo, gráficos de última generación… solo son unas pocas de las exigencias que uno puede llegar a pensar o escuchar.
Pero a la larga, uno se da cuenta que un plato de demasiados ingredientes tiende a ser caro, difícil de cocinar y con altas posibilidades de que nos sature sin poder apreciar ni una parte del producto. El objetivo de lo que tiene que ser el videojuego debe estar pulido y concentrado, acorde a los recursos disponibles. Autoconvencerse por falta de experiencia ha sido el talón de Aquiles de demasiados proyectos antes de ver la luz.
Cada una de esas ideas requiere de alguien que las sepa aplicar bien, que las pueda llevar a cabo y mantener. También requiere de establecer formas para coordinar todas las anteriores y del personal para hacerlo. Por último, es imprescindible contar con recursos, en su mayoría monetarios, para que todo ello se pueda hacer realidad.
Además, a más elementos presentes en el juego, más errores, más testeo, más comprobaciones y, por consiguiente, más tiempo de desarrollo en el que hay que pagar recursos y personal para acabar nuestro juego.
Cuando todo está listo, la realidad tiene que ajustarse a todo ello. Pero esta realidad es solo una ilusión dependiente de lo que cada jugador espera de cada juego.
El (mal) ejemplo
Los casos como el de Stardew Valley, donde una sola persona sacó el juego de granja, para muchos, definitivo, son usados para ejemplificar la forma de trabajar que deben aplicar otros proyectos. Y dichos proyectos tienden a fallar, abandonarse o dar un resultado mucho, mucho peor.
No hay que olvidar que dicho ejemplo se dio por un factor muy raro de suerte comercial, soporte económico de terceros y autodisciplina. Algo que no es siempre replicable, por muchas ganas iniciales que uno tenga en sus ideas.
Con todo, no está mal tener fe en uno mismo para sacar adelante un proyecto, mientras esta fe no sea ciega. Mejor usar esa energía en pulir y no ampliar. Y así, ese proyecto no será uno más del fondo del cajón, durmiendo con el resto de ideas. El juego perfecto solo existe en la mente de cada jugador.
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