¿Dónde estás corazón?
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Nuestra atención y comprensión es algo importante cuando nos enfrentamos a un videojuego. Ya sea si estamos pendientes de ese enemigo que nos quiere quitar nuestros preciados corazones, cuánto queda por ganar ese jefe final de fase o pensar en qué estrategia usaremos para poner esa unidad de soldados delante de otra.
Ahí, es donde entra un importante factor muy olvidado y que a la vez resulta clave: la interfaz gráfica. Los iconos, los textos, las barras de energía, los indicadores…Todo ello debe ser una herramienta que nos informe de lo necesario sin distraer de la experiencia del juego. O a veces, no es necesario ni elementos tan evidentes. Como ejemplo, ver la pantalla con un borde cada vez más rojo cuanto más apurado vayamos de vida, que el personaje se mueva más lento/diferente, el mando vibre o que la música se acelere, nos resulta más fácil que ver cuánto trocito nos queda en una barra de vida.
Y es la brevedad y la claridad de dicha interfaz donde reside su principal baza e integración en la partida. Un ejemplo es el de Pip Boy de Fallout (un brazalete con pantalla que lleva nuestro personaje) con los menús e información del estado del personaje. Otro ejemplo, la forma de representar la vida de Isaac Clarke, del juego Dead Space, mediante un sistema de luces en la espalda de su traje.
En el lado opuesto, tenemos los juegos orientales y/o de tipo RPG donde más podemos ver orgías visuales de información. Cada impacto que sufra nuestro enemigo serán números revoloteando nuestra pantalla y que casi lo taparan. O cualquier ataque combinado de un grupo puede resultar una multitud de destellos multicolor que harán casi imposible apreciar nada.
Juegos archipopulares como el League of Legends o Fornite resultan en caos visual para el jugador que los ve por primera vez y requieren de una curva de aprendizaje demasiado pronunciada para muchos. “Leer” la pantalla y comprender todo lo que está pasando en esos juegos ha evolucionado hasta el punto que se requiere de retransmisiones comentadas para ayudarnos a ver qué pasa.
No todos somos iguales
En todo este tema, se han podido apreciar mejoras en los últimos años en un punto: la accesibilidad. Desde el ajuste del tamaño y velocidad de los subtítulos, la adaptación a colores para daltónicos u otras alteraciones visuales o la ocultación o agrandar parámetros del juego podemos ver dónde se dirige el principal esfuerzo.
Un ejemplo de buen hacer se ha dado en los últimos títulos de la saga de God of War. Podemos ver multitud de opciones que nos dejan adaptar al juego a nuestra medida en un abanico asombroso. El ejemplo que más representa esto es que hasta un jugador ciego ha podido pasarse el juego gracias a esta adaptación.
Esto le ha hecho merecedor del premio a la accesibilidad en los famosos Game Awards en su edición de 2022.
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